Soltar no es rendirse: es tener la valentía de transformarte

Hola Jefaza,

Qué gusto tan grande estar de nuevo por acá.
Este espacio se siente sagrado, se siente expansivo… me hace vibrar de verdad.

De hecho, justo antes de empezar a escribir esto, hice un mini ritual de apertura.
Para conectarme con la energía del mes. Y también contigo.
Con cada una de ustedes, que llegan a este templo digital buscando algo más profundo, más alineado, más real.

Siempre que creo algo para ti, me hago dos preguntas:

¿Qué valor quiero transmitirte?
¿Qué quiero que sientas cuando termines de leerme?

Y esta vez la respuesta me llegó clara, directa y muy contundente:
Determinación.

Sí, eso es lo que quiero que se te quede en el cuerpo.
Determinación para dejar de sostener lo que ya no vibra contigo.
Determinación para soltar, aunque duela.
Determinación para transformarte en esa versión de ti que se muere de ganas por salir a brillar.

 ¿A qué te estás aferrando… aunque ya no te represente?

Hay cosas que seguimos cargando aunque ya no tienen sentido.

  • Rutinas que ya no nos llenan.
  • Relaciones que se volvieron peso.
  • Versiones antiguas de nosotras mismas que ya no nos reflejan.
  • Exigencias que antes nos daban seguridad… y ahora solo nos agotan.

Y lo entendemos.
Sabemos, en el fondo, que eso ya no va.
Pero igual lo sostenemos.

¿Por qué?

No es falta de fuerza. Es un sistema aprendido.

Esto es importante que lo escuches con amor:
no te cuesta soltar porque seas débil, indecisa o contradictoria.

Te cuesta soltar porque tu cerebro aprendió a aferrarse a lo conocido.
Porque tu sistema nervioso, cuando se enfrenta a lo incierto, entra en alerta.
Y aunque lo viejo duela, muchas veces se siente “más seguro” que lo desconocido.

Desde la neurociencia se explica: el cerebro está diseñado para protegerte, no para expandirte.
Por eso necesita repetición, intención y conciencia para crear nuevas rutas.
Soltar es un acto biológico… pero también espiritual.
Y por eso duele.
Y por eso libera.

¿Qué pasa cuando por fin sueltas?

Se siente miedo.
Pero también se siente alivio.
Se siente como abrir una ventana después de años con todo cerrado.

Cuando sueltas, haces espacio.
Espacio para que entren nuevas ideas, nuevas personas, nuevas oportunidades.
Espacio para que llegue esa versión de ti que te está esperando del otro lado.

Soltar no es rendirse.
Es tener el coraje de elegirte.

Y si tu llevas un tiempo por acá, sabes que yo he tenido que soltar … y mucho … 

Solté el miedo a incomodar a otros por elegir decir mi propia verdad o por priorizarme. 

Solté el miedo a poner límites, a decir que no y a quedar mal.

Solté el miedo a ser yo misma. 

Y eso Jefazas supuso atravesar la incomodidad de sentirme mala hija, mala jefa, mala amiga, mala esposa, mala hermana y todos los malas …. (que se te puedan ocurrir). Sostener la incomodidad de creer que estaba siendo egoísta y que acabaría quedándome sola. 

Pero solo después de haberme atrevido a sostener todo eso pude abrazar realmente esta nueva versión de mí que hoy me siento más auténtica, más real, más plena. 

Preguntas para soltar con conciencia

Tómate un momento. Respira profundo. Y sé brutalmente honesta contigo. Te comparto mi kit de preguntas poderosas para atreverme a soltar:

  • ¿Qué es eso que internamente siento que quiero soltar pero me sigo aferrando a ello?
  • ¿Qué miedo se esconde detrás de esa actitud?
  • ¿Cómo sería mi vida en 5 años si me mantengo cargando con eso que ya no me representa?
  • ¿Qué consejo le daría a mi mejor amiga si la viera en esta situación?
  • ¿De eso qué le diría… qué puedo implementar ya en mi propia vida?
  • ¿Cómo sería mi vida en 5 años si de verdad me animara a seguir mi propio consejo?

Escríbelo. Léelo. Obsérvalo.
Y si alguna palabra te sacude… confía.
Eso que te incomoda es una puerta.

Ritualizar el soltar: un acto de amor propio

Y la mejor noticia Jefaza, es que no tienes que hacerlo tú sola. En Beyond Roots, hemos diseñado con toda la intención del mundo un espacio para acompañarte en este proceso.

Cuando te sientas en una silla del templo y dejas que otra mujer te cuide,
no estás haciendo “solo” un tratamiento.
Estás recordando que tú también mereces.
Y eso, querida Jefaza, es lo que te ayuda a soltar.

Porque cuando una mujer se siente merecedora,
ya no necesita aferrarse al miedo.
Se atreve. Se honra. Se transforma.

Gracias por llegar hasta aquí.
Gracias por sostenerte con tanta valentía.
Gracias por elegir este espacio para acompañarte en el camino.

Hoy, vuelve a ti. Y si hay algo que ya no vibra contigo… suéltalo.


Tú puedes. Tú sabes. Tú mereces.

Me muero de orgullo por poder acompañarte en tu camino.

¿Quieres vivir tu autocuidado desde una nueva perspectiva? 

Únete a nuestra comunidad en WhatsApp donde te compartimos rituales semanales que puedes hacer en casa, las mejores ofrendas de nuestro templo como herramientas para tu viaje de desarrollo personal y donde podrás intercambiar y compartir tu viaje con otras Jefazas. Todo pensado para que te reconectes contigo y encuentres tu tribu. ¡Únete ya, te esperamos! 💪🏽  

No te detengas

Explora Más