Hola Jefaza.

Hoy no quiero que solo leas este artículo.
Hoy quiero que lo respires. Que lo sientas. Que lo ancles.
Porque si estás aquí, no es casualidad.
Hay una parte de ti que ya está lista.
Lista para soltar sin culpa.
Lista para dejar de justificar lo que ya no te representa.
Lista para convertirte en la mujer que, en el fondo, siempre has sabido que eres.
Te confieso que mientras más escribo, más profundo quiero ir y más directo y honesto sale mi mensaje. Ahora mismo es puro fuego lo que tengo por dentro. Mis dedos se mueven a millón sobre el teclado y la intención que le pongo a este artículo es: DESPERTARTE.
Así quiero que te sientas cuando termines de leer esto.
La verdadera transformación empieza cuando encarnas una nueva identidad
Te lo digo desde el alma y obvio que por experiencia propia: el truco no está en hacer más. El truco está en ser diferente.
En convertirte en la versión de ti que ya suelta.
Que ya no se aferra al pasado desde la escasez, sino que crea futuro desde la abundancia.
Porque detrás del “no puedo soltar” se esconden creencias profundas que muchas veces ni vemos:
“No soy suficiente.”
“No me lo merezco.”
“¿Quién soy yo para querer más?”
Y si no trabajamos ahí, ningún cambio externo va a sostenerse.
El ritual no es un lujo. Es un acto de poder.
Cuando creé los rituales del templo, no los diseñé al tun tun como una estrategia bonita para destacar y atraer más clientes.
Los diseñé para ayudarte a recordar quién eres e impulsarte a despertar. Y puse en eso todo mi conocimiento de cómo funciona la mente subconsciente, la plasticidad cerebral y la programación neurolingüística. Llevé al salón las mismas herramientas poderosas que me han ayudado a transformar mi vida.
Porque ¿qué pasa durante un ritual en nuestro Templo?
Te regalas un espacio solo para ti. (Y te dices inconscientemente a ti misma. “Yo también importo. Yo merezco estar en el centro.”)
Te conectas con tus deseos más grandes. (“Ya no me conformo. Estoy lista para ir por más.”)
Miras de frente tus miedos y tus creencias limitantes. (“Ya no me escondo. Me cuento la verdad sin juicio.”)
Honras tu historia, pero eliges un nuevo camino. (“Todo lo que viví me trajo hasta aquí… pero no me define.”)
Y sellas ese nuevo camino con un cambio que puedes ver en el espejo. (“Esta soy yo, la mujer que se atrevió.”)
Eso es lo que lo hace tan poderoso.
Porque esa transformación interna se ancla en una transformación externa.
Y cuando te miras… ya no ves lo mismo.
¿Por qué esto funciona? La ciencia también lo respalda.
Desde la neurociencia sabemos que el cerebro aprende a través de experiencias multisensoriales.
Cuando vives un ritual:
- Activas emociones profundas (clave para que el aprendizaje se fije).
- Creas una historia nueva en tu mente (reprogramación de identidad).
- Y cuando te ves distinta, el cerebro lo interpreta como un antes y un después.
Eso ancla la transformación.
Y cada vez que te mires, recordarás: “Soy capaz de elegir diferente.”
No es superficial. Es re-codificación emocional.
Es neuroplasticidad en acción.
Es espiritualidad encarnada JEFAZA.
Mi verdad: esto me duele pero soy honesta
Voy a hablarte desde la herida.
Desde algo que me parte el alma ver:
La cantidad de mujeres en Cuba que se quedan jugando en pequeñito.
Que no se atreven ni a soñar.
Que no se atreven a invertir en ellas.
Que no se regalan ni cinco minutos de silencio para escucharse.
Que no se permiten ni siquiera leer un artículo como este… porque se siguen repitiendo que no tienen tiempo.
Y sí, eso duele.
Y duele mucho.
Porque yo sé lo que es vivir desde la desconexión.
Desde la urgencia. Desde la culpa.
Pero también sé lo que pasa cuando te das permiso.
Cuando vuelves a ti.
Cuando te eliges.
Jefaza, suelta toda esa m***** ya.
Sí. Así, con todas las letras.
Suelta la culpa.
Suelta el miedo.
Suelta esa voz que dice que no puedes.
Suelta la necesidad de complacer.
Suelta la costumbre de ponerte de última.
Y constrúyete una vida a tu medida.
Una vida donde haya espacio para ti.
Para tu poder. Para tu placer. Para tu propia voz.
Para tus ganas de expandirte.
En nuestro templo te vamos a acompañar.
Con amor. Con intención. Con rituales que no solo sanan… despiertan.
Pero el primer paso lo das tú.
Con coraje. Con determinación.
Y con la certeza de que tú mereces vivir una vida que te encienda.
Me muero de orgullo por poder acompañarte en tu camino.