
Hola Jefaza querida,
Después de contarte en el artículo pasado cómo viví ese quiebre interno —ese “ya no más”— hoy quiero hablarte desde otro lugar.
Desde un lugar más suave, más liviano… pero igual de transformador: el placer de ser tú.
De explorarte, de mirarte al espejo y decir: “¡qué linda me siento hoy!”, aunque estés con el cabello a medio definir o sin una gota de maquillaje.
Y sí, después del gran corte, después de la ruptura, de la transición y del miedo…
viene eso que nadie te cuenta:
💫 el disfrute del proceso.
Porque una cosa es romper con lo que ya no eres.
Y otra muy distinta… es permitirte gozar quién eres ahora.
No necesitas esperar para sentirte bien
Yo no sabía que se podía disfrutar tanto el cabello corto.
Pensaba que era un paso entre el “antes” y el “después”.
Un sacrificio temporal.
Un camino duro que había que aguantar para llegar a la meta: rizos largos, volumen, definición, aplausos.
Porque ese era el modelo de éxito que teníamos en mente. Y es que existe una delgada línea entre disfrutar de tu cabello y volverte esclava del rizo perfecto y largo.
Déjame decirte que no estás aquí para seguir ningún modelo que no sea el que realmente te haga sentir plena, libre, cómoda y feliz.
Con mi cabello cortico, con el cuello al descubierto y el rostro sin excusas, me di cuenta de algo que me cambió la vida: no necesito esperar a “ser la chica de melena larga” para empezar a disfrutarme.
¡Ya merezco!
Encontraba en la comodidad, en la rapidez para manejar mi cabello una libertad inmensa. Jugaba con accesorios, aretes y maquillajes que me hacían sentir mucho más atractiva y sensual. Y lo mejor, al fin estaba disfrutando del proceso sin límites, estereotipos o ataduras que me condicionaran.
Muchas veces, las mujeres afrorizadas aprendemos a posponer el placer.
Nos enseñaron a esforzarnos, a resistir, a sacrificarnos. Pero no a disfrutar, no hacerlo de nuestra imagen, menos de un cabello que no entra en el molde.
Nos dijeron que el cabello corto era “de varón”, “poco femenino”, “menos atractivo”.
Y sin darnos cuenta, fuimos postergando el gozo de lo que somos… por perseguir una imagen que validara a los demás.
Pero, ¿y si cambiamos la historia?
Yo lo hice.
Y no te voy a mentir: al principio me sentía rara. Me cuestionaba si era correcto que una estilista que acompaña los procesos de crecimiento capilar y cuidados debía llevar ese look.
Si era coherente tener un salón de belleza y usar el cabello tan corto. Si la gente lo entendería. Si mi discurso y conocimiento seguiría siendo tomado en cuenta como una profesional.
Hasta que me pregunté:
¿para quién estoy sosteniendo esa imagen?
¿Para inspirar, o para encajar?
Y entendí que parte del placer de volver a ti… es dejar de sostener expectativas ajenas.
Es mirarte con tus ojos.
Es honrar lo que eres hoy, sin necesidad de justificarlo.
Hoy me disfruto más que nunca
Descubrí que no hay versión de mí que haya amado más… que esta. La que se levanta, se mira al espejo y se sonríe. La que no busca “verse bien”, sino sentirse bien. La que no teme mostrar la raíz, el frizz, la espontaneidad. La que encontró libertad en un corte, ligereza en el cambio, magia en lo simple.
Hoy uso mi cabello cortico, con raya incluida, y me siento más mujer, más jefaza y más mía que nunca. ¡Y esta sensación que siento la quiero compartir contigo!
Este artículo no es para convencerte de que cortes tu cabello. Tampoco es una oda al pixie.
Es una invitación a que disfrutes el proceso. El tuyo. A tu ritmo, con tus tiempos, con tu historia, con tus miedos y tus pasitos de confianza.
Porque no hay nada más revolucionario que ver a una mujer afrorizada disfrutando de sí misma en presente.
Vuelve a ti, sin condiciones
Tal vez no lo notes enseguida, pero cuando empiezas a elegirte de verdad, algo cambia.
Tus días son más livianos.
Tus decisiones, más tuyas.
Tus inseguridades, menos ruidosas.
Y tu imagen… más coherente con tu alma.
Eso, jefaza, se llama paz.
Y viene con el permiso de gozar lo que eres.
Aquí, ahora.
No cuando te crezca el cabello.
No cuando bajes de peso.
No cuando tengas tiempo.
Ahora.
Una herramienta para volver a ti
Yo encontré mi pasión gracias al cabello.
Mi libertad financiera también.
Y aunque muchas veces creí que tenía que tener un look perfecto para demostrarlo, hoy entiendo que no.
Mi coherencia habla más que cualquier peinado.
Mi energía sostiene más que cualquier rutina capilar.
Y el placer de ser yo… no me lo quita nadie.
No abandones tu poder, que ser tú sea placentero, que el placer de ser tú no te lo quite nadie.
Si estás en esa etapa de transición, de autodescubrimiento, de preguntarte cómo sería vivir con menos exigencia y más placer…
te abrazo desde mi historia.
Y además, te tengo una buena noticia:
creé una herramienta gratuita en la web pensada para ti:
el Ritual de Diagnóstico Capilar.
Una guía para que desde casa, sin presiones, puedas identificar las características de tu cabello, conocer sus necesidades y aprender a cuidarlo con conciencia.
Porque cuidar tu cabello también es un acto de amor propio.
Y volver a ti… empieza por tu raíz.
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Ya sabes dónde encontrarme:
en el Templo.
Donde el placer de ser tú se celebra cada día.Nos vemos en dos semanas.
Con amor,
Lili 🌿