Hola mi Jefaza que Despierta:

Estoy escribiendo esto mientras termino de comer un mango (esta temporada me estoy dando banquete), tengo el pelo suelto y en mi oficina (que es mi templo) hay un olorcito tan pero tan rico que me hace sonreír solita. Y te cuento todo esto porque… hoy quiero hablarte de eso que tanto nos han hecho callar: voy a hablar sobre el placer.
Y no, no me refiero solo al placer sexual (aunque ese también es importante, obvio).
Hablo del placer de vivir.
Del gusto de saborear una fruta con calma.
De sentir cómo el agua caliente recorre tu espalda cuando te bañas.
De sentir el frío en tus pies cuando caminas descalza.
De bailar con los ojos cerrados sin pensar en cómo te ves.
De reírte tan fuerte que se te olvida por qué estabas estresada hace un rato.
Ese placer.
Y te soy sincera: durante mucho tiempo, yo también lo postergué. Me decía: «Cuando termine todo lo pendiente, ahí sí descanso» «Cuando logre X cosa, ahí sí me voy a regalar un masaje o un viaje o una tarde sin hacer nada.»
Pero la trampa es esa: el disfrute siempre quedaba para después.
El cuerpo pide gozo, no excusas
Y voy con la explicación científica. Tu sabes que yo necesito entenderlo todo. Desde la neurociencia, se explica que el placer activa nuestro sistema de recompensa. Y cuando eso pasa, se libera dopamina, serotonina, oxitocina… esas joyitas químicas que no solo nos hacen sentir bien, sino que elevan nuestra creatividad, intuición y capacidad de resolver problemas.
- Es decir, cuando gozas, tu cerebro se expande.
- Cuando gozas, accedes a versiones más livianas y potentes de ti misma.
- Cuando gozas, te abres a recibir.
Pero Adrianaaaaaaaa … ¿por qué nos cuesta tanto?
La trampa del “disfrute merecido”
Porque nos metieron en la cabeza una idea perversa: Que el gozo hay que ganárselo.
¿Te suena? Porque a mí sí.
- “Primero el deber, después el placer.”
- “Después de tanto sacrificio, te lo mereces.”
- “El éxito cuesta.”
- Primero las tareas de la casa, luego el descanso
Pero esa narrativa nos deja atrapadas en un loop de autoexigencia infinita.
Porque si el gozo solo llega después, nunca es ahora. ¿Ven la paradoja?
Y ahí vamos, apagando el cuerpo, desconectando del presente, perdiendo momentos hermosos por estar “resolviendo primero”.
Entonces mi pregunta poderosa para ti es… ¿qué pasaría si hoy eligieras gozar?
Si en vez de postergar el disfrute, lo usarás como guía. Porque cuando el gozo está presente, tu energía cambia. Y si tu energía cambia, lo que atraes también.
Recuerda esto:
La abundancia no se fuerza. Se vibra.
Y el placer es una de las formas más elevadas de vibración.
Y cómo se logra eso? Estando presente en tu vida.
Si te comes el mango, y no pones tu foco en disfrutar su sabor y la experiencia, entonces ese momento de placer infinito se te irá de las manos.
Si entras a la ducha corriendo, entonces no notarás la delicia que es sentir el agua sobre tu piel.
Si, te tomas el café matutino de un tirón, entonces te perderás la magia que habita en tomarte un café con intención.
Así que Jefaza, hoy te traigo un regalo hermoso. Te regalo unos tips para volver a habitar tu cuerpo con gozo (sin culpa). Literal algo que yo aplico en mi vida constantemente.
- 1. Haz una pausa sensorial diaria.
Cinco minutos. Cierra los ojos. Respira. Pon tu canción favorita. Y está presente en tu cuerpo. Es tu momento. - 2. Reemplaza la culpa por conciencia.
Cuando aparezca el “no debería estar disfrutando ahora”, respóndete:
“Sí, debería. Porque soy suficiente. Porque mi valor no depende de lo que produzco.” - 3. Crea micro-rituales de gozo.
Un café servido con mimo. Encender una vela antes de dormir. Bailar mientras cocinas. El gozo vive en los detalles. - 4. Pregúntale a tu cuerpo, no a tu mente.
Tu cuerpo sabe lo que necesita. Solo hay que volver a escucharlo. Y si no sabes cómo escucharlo presta atención a las sensaciones que emergen. Un “Sí” es una sensación que te expande, un “No” es una sensación que te contrae.
Reflexión poderosa
«No viniste a esta vida solo a cumplir metas. Viniste a vivirla.»
Y vivirla no es ir de tarea en tarea, como una máquina.
Vivirla es dejar espacio para la risa, la belleza, el silencio y el asombro.
Es permitirte sentirte bien, sin tener que justificarlo.
- Ejercicio para ti:
Hoy antes de dormir, hazte esta pregunta:
¿Qué me daría mucho placer… que he estado postergando?
Y luego… elígelo. Sin excusas. Sin culpa. Solo con amor.
Jefaza, cuando tú gozas, le das permiso a otras mujeres de hacerlo porque las inspiras.
Cuando tú te expandes desde el placer, el universo lo nota.
Y cuando tú eliges merecer hoy… la abundancia se activa.
Así que goza. Porque lo mereces. No porque lo ganaste.
Y si este artículo te tocó el alma (o las caderas jjj), compártelo con esa amiga que necesita recordar que la vida también se goza.
Y si estás en La Habana… regálate un ritual en el templo o una pausa consciente entre amigas en nuestro Café Raíces.
Aquí no solo cuidamos los rizos: sostenemos historias, despertamos memorias y celebramos la vida con intención.
Un abrazo grandote
Adriana ✨