Hola hola mi Jefaza que Despierta:

Hoy te escribo desde la calma. Sin apuros. Sin listas de pendientes gritándome al oído. Literal. Estoy en casita y me bloqueé la tarde entera para generar varios artículos para ti. Que sí, que sí, que ando en racha. Es que los temas se me van amontonando en las notas del teléfono. Así que hoy me agendé una pausa consciente para hacer algo que realmente me eleva: abrir un espacio sagrado para compartir contigo.
Y cuando me vino este tema pensé muchooo en ti y pensé en mí. En ti que quizás llevas días sin respirar profundo. En ti que vas de tarea en tarea, sin pausa ni tregua. Y me dije: este artículo tiene que ser un recordatorio amoroso, una especie de caricia para el alma para mis Jefazas y para mí.
Parar no es rendirse. Es regresar.
Durante años, yo confundí el descanso con flojera. Sentía que si no estaba produciendo, algo estaba mal. Pero el cuerpo no miente. Y el mío empezó a gritar:
- Con cansancio que no se quitaba ni durmiendo.
- Con irritabilidad sin razón aparente.
- Con esa desconexión de la alegría simple de estar.
- Con pérdidas de memoria serias. De momento se acaba el día y yo pensando: pero qué hice yo hoy?
Y eso me asustó Jefazas, y me asustó muuuuuchooooo. Porque me di cuenta de que por andar de prisa me estaba perdiendo mi propia VIDA. Y ahí entendí que parar no es perder el tiempo. Parar es volver a mí.
Volver al centro. A la verdad. A mi energía creativa. Y desde ahí, volver a elegir.
¿Sabías que tu sistema nervioso tiene dos modos?
Y sii, hoy quiero ponerme muy NERD jajaja. Es que he estado estudiando un montón sobre el sistema nervioso porque me he dado cuenta que tengo automatizados muchos comportamientos que no me gustan. Y por eso, llevo tiempo estudiando cómo cambiarlos.
Pues si, el sistema nervioso tiene dos modos:
Modo supervivencia (simpático):
Es cuando estás resolviendo, corriendo, apagando fuegos, cumpliendo mil roles.
Tu cuerpo se pone en alerta, tu respiración se agita, tus músculos se tensan.
Modo reparación (parasimpático):
Es el estado donde tu cuerpo se regenera.
Se fortalece tu sistema inmune. Se relaja tu mente.
Tu digestión mejora, tus emociones se asientan, tu intuición despierta.
Pero aquí está el detalle —y escúchame bien porque esto es clave—:
Para que el modo reparación se active, necesitas PAUSAR.
No hay atajos.
No hay afirmación que lo resuelva.
Ni voluntad mágica que lo salte.
Por más fuerte, determinada o iluminada que seas…
Tu cuerpo no se regenera por instrucciones. Se regenera por sensación.
Necesita sentir que está a salvo.
Necesita percibir que no hay amenaza, ni presión, ni urgencia.
Que puede bajar la guardia sin que todo se derrumbe.
Solo ahí… cuando el sistema nervioso recibe la señal de seguridad…
es que tu energía se restablece,
tus células reparan,
tu intuición regresa,
y tu alma… respira.
Y aquí es donde casi me parece escuchar como me gritas tu pregunta:
“Adriana, ¿pero cómo hago eso si no sé parar?”
Y yo te entiendo. Porque nos enseñaron a correr, pero no a descansar.
Nos entrenaron para rendir, pero no para recibir.
Así que no te juzgues si te cuesta.
Solo empieza por hacerlo distinto. Empieza pequeño. Empieza hoy.
Bájale el volumen al ruido externo.
Tómate cinco minutos para peinarte con intención.
Cierra los ojos mientras tomas agua y siente cómo te limpias por dentro.
Apoya los pies en el piso y repite: “estoy a salvo, no tengo que correr”.
Respira profundo… y quédate ahí un instante más.
Hazlo cada día. Sin culpa. Sin prisa.
Porque cada pausa que te das es una semilla de bienestar que siembras en ti.
Nos educaron para sentir culpa si paramos.
Pero yo quiero invitarte a ver el descanso como lo que realmente es:
- Un ritual de merecimiento.
- Una decisión valiente de sostener tu energía.
- Un acto político en un mundo que te quiere agotada.
Ejercicio Ritual: El minuto sagrado
Hoy te invito a hacer este mini ritual:
- Detente.
- Cierra los ojos.
- Inhala en 4 tiempos. Sostén. Exhala en 6.
- Pregúntate:
¿Qué parte de mí necesita hoy una pausa?
¿Qué puedo soltar para sentirme más ligera? - Agradece por darte este regalo.
Haz esto una vez al día. Solo una. Verás lo que pasa.
Parar también es avanzar. Así que Jefaza, escúchame bien:
Descansar no te quita poder. Te lo devuelve.
Descansar no es perder tiempo. Es ganarte a ti.
Descansar no es flojera. Es sabiduría.
Porque sólo cuando te sostienes TÚ, puedes sostener tu propósito y puedes sostener a otros.
Si estás en La Habana, date el permiso de parar en un espacio que sostiene tu energía: Regálate un ritual en el templo o ven a recargarte en nuestro Café Raíces.
A veces, una conversación tranquila y una infusión bien servida pueden ser la pausa más poderosa de tu día.
Te abrazo con pausa y presencia.
Adriana PD: Al finalizar este artículo me llega esta Reflexión: No estás cansada solo por todo lo que haces. Estás cansada por todo lo que cargas en silencio. Hoy, suéltalo. Hoy, para.