
Siii, no estás leyendo mal jajaj, soy yo, Lilibet.
Ya sé que vienes —o mejor dicho, venimos— de una temporada de meses disfrutando de los conocimientos y las experiencias de nuestra jefaza Adriana. Y es que ella tiene un don no solo para hacernos reflexionar sobre nuestros procesos internos; sino para inspirar y hacer crecer a todos los que la rodeamos.
Hace unos meses me dijo: “Lili, septiembre es tuyo.”
Y sin contar lo retador que puede ser aparecer por aquí, se me explotó el pecho (a ella le explota la cabeza y a mí se me oprime o explota el pecho, jajaja) de felicidad.
Porque mira que me gusta la muela… pero la que se va a las profundidades, al lado de Neptuno y Yemayá, o la que sale de un proceso de introspección cuando Mercurio está retrógrado. Esa que aunque no entendemos mucho, viene con todo el sentido del alma, y nos hace cuestionar algunas cositas.
Es por eso que hoy asumí el desafío, y vengo súper inspirada a contarte todo lo que siento. A hablarte, no solo desde mi experiencia capilar, sino desde esa versión de mí que un día se rompió… y empezó a elegirse.
🌿 El día que algo se quebró
Yo también fui esa chica que alisaba su cabello cada dos meses, sin falta.
Esa que aprendió a relacionarse con su imagen desde el control: que no se vea un rizo, que no se levante una onda, que no se salga nada del molde.
Porque sí, es un molde. Un molde que no inventamos nosotras, pero que aprendimos a habitar.
Un molde que nos enseñaron desde pequeñas: en la escuela, en la familia, en la televisión, en los salones de belleza.
Un molde que decía que para ser vista como “bonita”, “correcta” o “profesional”, había que parecerse lo más posible a lo liso, a lo dócil.
Y aunque no lo sabíamos, eso nos estaba rompiendo por dentro.
Nos enseñaron a peinarnos para gustar, para encajar, para ser aceptadas… pero no para reconocernos.
Durante años, yo creí que ese molde me protegía. Que si me mantenía dentro, todo iría bien. Pero hubo un día donde algo dentro de mí se quebró.
Fue un momento mínimo, casi imperceptible, pero determinante para sentir, que dentro existía una incomodidad que estaba cargando pero no había tenido espacio para salir a la luz. No me reconocía frente al espejo. Veía a una mujer que ya no existía.
Me cuestioné muchas creencias que como mujer negra, sentía que restringían mi libertad, que me llevaban a ocultarme, modificarme para no incomodar.
Ahí entendí que lo que se había roto no era mi cabello, ni mi paciencia, ni una moda.
Lo que se quebró fue mi lealtad al personaje que había sostenido tantos años.
Era el momento de elegirme de nuevo.
De empezar a construir una imagen que no me doliera.
Una que se sintiera libre, mía, pero… llegaba el momento del duelo, y también había que atravesarlo.
Si haz estado ahí jefaza, seguro sabes de lo que hablo y cómo se siente. Se produce dentro una lucha interna, un ruido silencioso que te va calando el alma.
Y justo ahí, en ese bullicio interno, decidí elegirme a mí.
No a la imagen que otros esperaban.
No a la versión domesticada.
Sino a mi verdad, con todo lo que implica.
No fue de un día para otro.
Pero si fue el día en que dije: “hasta aquí llegué sosteniendo una versión que ya no vibra conmigo.”
🌾 ENERGÍA DEL MES: Ahora me elijo
Y por eso septiembre, para mí, es el mes perfecto para dar este paso y contarte mi historia.
Porque venimos de un agosto donde todas estuvimos encarnando lo que ya sabíamos.
Donde dejamos de buscar respuestas afuera para empezar a confiar en nuestra verdad.
Y ahora, en septiembre… es momento de actuar por esa versión de ti que solo tu sabes que deseas rescatar..
De tomar decisiones visibles.
De no quedarnos en la idea de merecer, sino darte permisos para recibir eso que mereces con hechos.
De cambiar el “cuando pueda” por un “hoy me toca a mi”.
Este mes te invito a vivir con esta energía poderosa:
“Ahora me elijo”. Comienzo eligiendo mi cabello como acto de poder personal.
Porque tu cabello no es solo una cuestión estética, es también un canal para reconectar contigo.
💥 Elegirte puede no ser fácil a veces, pero es necesario.
Cuando hice mi gran corte sentí una mezcla entre el miedo a esa nueva versión que llegaba, y a la vez el deseo de conocerla, de sentirme libre. Aún recuerdo la sensación, pues justo acabo de realizar el 3er gran corte de mi vida jajaja. Sí, luego de más de un año dejando mi cabello crecer, hoy volví a cortarlo siendo más feliz y coherente con la Lilibet que soy. Siempre que sucede, que me elijo, viene la sensación de placer donde por fin me permito ser..
Y por eso hoy, si tú estás en ese punto…
Ese punto donde sientes que ya no puedes sostener más lo que no eres…
Te digo: es ahora.
No necesitas saberlo todo.
No necesitas tenerlo resuelto.
Solo necesitas darte el permiso de empezar.
Si estás lista para ese primer paso, aquí va mi invitación:
Vuelve a tu raíz.
Vuelve a ti.
Y si estás en La Habana, ven al Templo.
No para “arreglarte”.
Sino para recordarte que tú mereces.
Que tu cabello también es un canal de sanación.
Y que cuidarte, Jefaza… no es un lujo.
Es un acto de poder.
Gracias por leerme hasta aquí.
Gracias por dejarme acompañarte desde mi historia.
Y si este artículo te movió algo dentro, te espero en 15 días para seguir caminando juntas.
Un abrazo grande,
Lili 🌿